Por Andrés Pascual
Hasta 1960, año en que destronó Benny Paret a Don Jordan por la faja mundial welter, ¿Cuantos campeones mundiales había tenido Cuba? A muchos cubanos les va a parecer esto una afrenta, un sacrilegio cultista; pero es verdad, por mucho que no quisiéramos leerlo o escucharlo, en el orden estrictamente oficial y reglamentario, uno solo: Kid Gavilán… En lo moral, en lo artístico, posiblemente en aceptación unanime, dos; porque, durante su era gloriosa y dorada, ningún peso pluma era comparable en méritos boxísticos a “KidChocolate”… Eligio Sardiñas fue un genio del pugilismo; pero no fue nunca el único campeón pluma, porque, durante la época de su reinado parcial, sufría el deporte un fenómeno de dualidad determinado por competencias mezquinas y por intereses antagónicos irreconciliables, muy parecidos a la actualidad.
Mientras la Comisión Atlética del Estado de Nueva York reconocía al cubano entre los años 1932 y 1933, la “National Boxing” apadrinaba al gladiador Freddie Miller, estratega zurdo de Cincinnatti que, leí hace poco, también se considera una luminaria del ring por eruditos… Cuando llegó la hora de esclarecer la situación, Miller marchó a una tourneé por el continente europeo. “Chocolate” renunció al derecho de presentar una reclamación formal para ponerle termino al reinado por partida doble y la crisis se prolongó hasta el retorno del campeon version “National Boxing”.
Para buscar un titular único y verdaderamente soberano, Miller peleó con Peter Sarron en Washington y éste se quedó de campeón absoluto hasta que cayo del pedestal a efectos de los golpes de nadie menos que Henry “Arana” Armstrong. “Kid Chocolate” sí fue campeón junior-ligero, título que obtuvo al noquear a Benny Bass en Filadelfia en julio de 1931; sin embargo, en honor a la verdad, se sabe que esas llamadas “divisiones intermedias” tuvieron valor hipotético y relativo antes de la década de los 60’s.
Ahora, negar los méritos de “Kid Chocolate”; poner en tela de juicio su trayectoria de relieve imperecedero; desconocer que ha sido uno de los mejores pugilistas de Hispanoamérica, significaría la peor de las profanaciones.
No obstante, la verdad histórica es que, hasta 1960, antes de la coronación de Paret, Cuba solo había tenido un campeon mundial en el sentido pleno y riguroso del galardón: “Kid” Gavilán, que ganó el título mundial de las 147 1/2 libras a expensas de Johnny Bratton en la eliminación efectuada tras la renuncia de Robinson en 1951. Retuvo la faja hasta que, de forma artera y escandalosa, se la arrebató Johnny Saxton, 4 años más tarde, en Filadelfia, por votación judicial considerada un robo mayúsculo con sello mafioso a lo Blinky Palermo.
La clase pugilística de “Kid Gavilán” quedó sellada en incontables actuaciones; pero ninguna tan elocuente como la que revela que llegó a la decadencia y colgó los guantes sin haber perdido nunca por “nocao”. Por la estúpida farsa de dos versions -hoy son 5-, el cubano “Kid Chocolate” no pudo ser campeón unificado, único y necesario decirlo por respeto a la historia, de todas formas, lo anterior no puede desteñir su color de inmortal, de uno de los más grandes pugilistas de todos los tiempos.
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