“ERIK ES MI HIJO Y MI ÍDOLO”: “OLIVARITOS”
*Entrevista publicada en el semanario Zeta de Tijuana, B. C., en junio de 2005.
Edmundo F. Hernández Vergara
“Mi récord como peleador es medio tenebroso (40-29). Tuve las mismas ganadas que perdidas, pero… Erik Morales es exactamente todo lo que yo no pude ser en el box”, dice José Damián Morales, mejor conocido como “Olivaritos”, en el interior del gimnasio de la Zona Norte.
Sentado en el filo del cuadrilátero, Don José echa el tiempo atrás, mientras recorre con la vista las paredes ilustradas con antiguos carteles y posters que recuerdan las recientes hazañas del “Terrible”, su primogénito y mayor orgullo.
“Esta propiedad la compré en 1979. Empecé con unas lonas y en junio vamos a cumplir 25 años que abrimos el gimnasio de la Zona Norte. Gracias a Dios, nos ha ido bien; es el esfuerzo de añitos de trabajo”, dice con orgullo el manejador nacido en Valle de Santiago, Guanajuato.
A 35 años de su primer contacto con el Arte de Fistiana, “Olivaritos”, quien se distingue por su buen trato y sus dotes como conversador, se siente recompensado por la vida: “El tiempo pone a cada quien en su lugar; Diosito nos da lo que merecemos y un cachito más”, expresa el manejador premiado en días pasados por la Comisión boxística del Distrito Federal, como el mejor mexicano en su rubro.
Atrás han quedado aquellos días turbulentos en los que mendigaba un techo mientras estudiaba la secundaria en el Distrito Federal y aprendía los secretos de una actividad que le daría, a final de cuentas, la trascendencia que todo hombre busca en la vida.
Un poco más frescos, “Olivaritos” tiene en la memoria su época como pugilista profesional y las dificultades para colocar en las mejores vitrinas a un jovencito en el que nadie creía, además de él.
En cualquiera de las tres facetas que ha adoptado en el boxeo (peleador, promotor o manejador), siempre ha buscado dignificarlo. Y su esfuerzo ha valido la pena. Ahora, se le reconoce como el creador en todos sentidos de uno de los púgiles mexicanos más exitosos, galardonado recientemente por el CMB como “campeón inmortal”, además de llevar a un trono a Jorge “Travieso” Arce, Diego “Pelucho” Morales y Edgar “Tun-Tún” Cárdenas.
Desde el pedestal dónde ahora se encuentra, “Olivaritos”, quien atribuye su apodo a los días que vivió con el “Púas durante su adolescencia”, recuerda sus frustraciones como boxeador profesional:
“Mi peso normal era de 47 o 48 kilos (paja o minimosca), pero en aquel entonces me llegaron a poner con peleadores muy pesados; enfrenté a algunos pesos mosca (50.802 Kg.) e incluso a algunos supergallos (55.338). Desgraciadamente, los ‘mánagers’ que me dirigieron, era gente a la que sólo le interesaba lo que se llevaba a la bolsa. Inclusive, en alguna ocasión, me di cuenta que uno de ellos ganó más que yo… Me tocaron puros ‘mánagers’ nefastos”, asegura el manejador de 48 años de edad.
Morales agrega al respecto:
“En algunas ocasiones, el peleador rebasa al ‘mánager’. Por ejemplo, muchos ‘mánagers’ que me dirigieron ahí siguen, pero nunca en su vida han sacado un peleador que valga la pena. Hay muchos sin capacidad y por ahí anda uno (Tiburcio García) con mi hijo ‘Pelucho’. Esto del boxeo es como todo, primero hay que aprender a gatear para después ir caminando poco a poquito. Yo tengo 35 años de carrera en el boxeo y todavía no lo sé todo”, señala.
En 1987, poco antes de colgar los guantes, “Olivaritos” ya daba sus primeros pasos como manejador. A pesar de la oposición de sus colegas de aquella época, Morales dirigía acertadamente a Rafael “Gato” Morfín (campeón nacional), Mauricio Beltrán (clasificado mundial), Rubén Villamán (clasificado nacional) y a Alberto “Cabeto” Alcaraz.
“Los ‘managers’ de Tijuana se oponían a que yo fuera manejador porque todavía estaba activo como boxeador; pero don Ariosto Manríquez (presidente de la Comisión) habló con ellos, les dijo que yo era el único que tenía un campeón y me dio la licencia”, recuerda.
Los años, pero sobre todo los triunfos de su hijo Erik, han llevado a “Olivaritos” a implantar un estilo. Así, no es coincidencia observar en Tijuana el surgimiento de jóvenes con movimientos similares a los del “Terrible”.
“Desde que se abrió este gimnasio se ha logrado una buena cosecha de triunfos. Ya sumamos 58 campeonatos entre nacionales, continentales, norteamérica, mundo hispano, Fedecentro, NABO y mundiales. Es una gran satisfacción para mí, porque eso quiere decir que nos ha salido buena la escuelita”, indica al respecto don José.
-¿Cómo definiría el estilo de la escuela de “Olivaritos”?
“Es un estilo técnico y fajador, se combinan las dos cosas. El boxeo no es todo agresión, es también defensa y técnica. En este gimnasio aprovechamos cosas como la lógica, inercia y la condición física, que es el 50 por ciento y los muchachos le ponen el sabor y la pimienta con el aprendizaje”.
Una de las peculiaridades del estilo que Morales inculca a sus dirigidos es el recto a la boca del estómago. Para “Olivaritos”, el gancho al hígado, inmortalizado precisamente por púgiles aztecas, es sumamente riesgoso para el boxeador que lo utiliza.
“El recto al estómago es más fácil de conectar que el gancho al hígado. En mis tiempos de peleador profesional, le quebré la mano a un rival porque le puse el codo cuando me lanzó el gancho al hígado. Es un arma de dos filos (el gancho) porque funciona cuando sabes conectarlo, pero yo prefiero el recto al estómago. Hay que cuidarle los puños a los peleadores”, argumenta.
Morales acepta la influencia de gente como el “Chilero” Carrillo y Arturo León, en la escuela que ha implantado:
“Para mí fue un gran maestro el ‘Chilero’ Carrillo, quien realmente formó a Rubén Olivares porque al ‘Cuyo’ jamás lo vi ponerse unas manoplas. También tuve como entrenador a Arturo León, un boxeador tabasqueño que llegó a clasificarse entre los cinco mejores gallos del mundo y al que “Mantequilla” Nápoles iba a verlo entrenar. A ellos les aprendí muchas cosas que me han dado resultados; lo demás, lo aprendí sobre la guerra”.
-¿Qué se siente ser el padre de un peleador histórico como el “Terrible”?
“Una gran satisfacción. No tengo las palabras adecuadas para explicarlo, pero siento un gran orgullo. Erik es mi hijo y es mi ídolo”, dice emocionado.
“Ha valido la pena el esfuerzo y los sacrificios. Hubo momentos en los que yo estuve a punto de dejar el boxeo e incluso no estaba de acuerdo con el debut profesional de Erik. Sabía que iba a ser muy difícil por lo que yo batallé cuando fui boxeador y así fue”, añade.
Don José no olvida la actitud de aquellos promotores que le cerraron la puerta en la cara al ahora triple monarca universal:
“Recuerdo cuando Erik iba a debutar y el Licenciado Mayén nos dijo que el cartel ya estaba completo, pero que podía incluirlo si le pagábamos al rival; no le dio la oportunidad de pelear. Luego, Erik debutaría en una funcioncita con Fernando Beltrán y le pagaron con boletos. Fueron momentos difíciles en la carrera de Erik, pero a mí no me interesaba si le pagaban o no, sino mostrar lo que traía el chamaco, sus hechuras”, relata.
“Olivaritos” prosigue:
“Y desde su debut demostró su capacidad noqueando en el segundo round a José Luis Origel, que llevaba 16 peleas ganadas y dos derrotas. Pero cuando me di cuenta de lo que era capaz fue contra Pepillo Valdez (en 1994); Erik sólo tenía 17 años y 12 peleas, mientras Valdez era campeón del mundo hispano, tenía 28 años, era el número 11 del mundo y venía de empatar con el ‘Jíbaro’ Pérez. El público me gritaba que me lo iban a noquear, pero yo estaba seguro de mi hijo. Esa noche Erik noqueó y retiró del boxeo a Pepillo Valdez, y demostró de qué estaba hecho”, afirma.
-Seguramente, alguna vez usted supuso que Erik sería campeón mundial, pero difícilmente imaginó que igualaría a Julio César Chávez…
“Eso se fue dando poco a poco. Ahora sí que no hicimos planes para tanto, pero debido a su embarnecimiento era necesario subirlo de división”.
Para Morales, la cuarta corona que haría aún más grande al “Terrible”, es posible:
“Por su estructura física no es descabellado que vaya por el cuarto título. Es un peleador en plena madurez de aprendizaje y ese sería el peso (ligero) tope en el que pelearía. El rival ideal hubiera sido Mayweather, pero ya subió de peso. Ahora hay que esperar; puede ser (José Luis) Castillo, aunque a mí nunca me ha gustado que Erik se tenga que enfrentar todo el tiempo a peleadores mexicanos”, confiesa.
-¿Quién es el mejor boxeador del mundo actualmente?
“Modestia aparte, pero es mi hijo. En técnica, en bravura, velocidad e inteligencia Erik Morales está por encima de cualquiera. Siempre me he llevado bien con mi hijo, fue un niño muy obediente y gracias a Dios nos salió todo muy bien”.
La otra cara de la moneda entre sus hijos la ha representado Diego Morales, un zurdo de condiciones excepcionales que no ha logrado consolidarse.
“‘Pelucho’ ha sido un poco más rebelde que Erik; él cree que puede lograr cosas importantes sin nuestro equipo y está bien, se vale intentarlo, pero cuando él quiera regresar, las puertas van a estar abiertas… es mi hijo.
“No sé quién me lo aconseja, pero yo no pondría toda mi trayectoria en manos de una persona que se dice ‘mánager’ (Tiburcio García), pero que no lo es; yo lo traía de cubetero. No repruebo a este señor, sino al ‘Pelucho’. ¿Cómo es posible que a estas alturas ponga su carrera en manos de una persona que no tiene capacidad? Aún así, ‘Pelucho’ ganó esa pelea con Adonis Rivas. Lo que no me gusta es que van a hacer otra eliminatoria entre Rivas y ‘Poblanito’ García. Entonces, de qué se trata. ¿Le tomaron el pelo a la Comisión de Tijuana y al ‘Pelucho’ mismo? Es una buena pregunta para los dirigentes del CMB”, declara.
-Se podría pensar que después de la obtención del tercer título de su hijo, la carrera de “Olivaritos” ha llegado a su clímax. Después de formar a un púgil del calibre de Erik Morales, ¿aún le queda hambre? ¿todavía tiene ilusiones?
“Sí, todavía tengo muchas ilusiones. Sigo trabajando todos los días en el gimnasio como cuando empecé. Me siento bien; a diario me pueden ver corriendo a las siete de la mañana en el CREA; me motiva tener peleadores como Rodrigo Juárez y Alvaro Aguilar, que están invictos, pero esto ya me cansó. Al irse mi hijo, yo me retiro del boxeo también. Ya fueron muchos años y siento que ya se me cansó el caballo; de salud ya no ando muy bien. Tengo ganas de saber que se siente quedarse en camita hasta las 10 de la mañana e ir como aficionado y disfrutar una buena función de box”, puntualizó.
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