Raúl Adriazola | Diario UNO/MZA
El ex campeón mundial pluma de la AMB analiza su momento. Dice que dejó atrás una etapa “muy oscura” y que ha alcanzado madurez boxística. “Sé que puedo”, dijo el Yoni.
Fue una dura empresa, no hay dudas, por distintas circunstancias, deportivas y no deportivas. Eso duplicó la importancia y fue caja de resonancia. Jonathan Víctor Barros por fin tuvo su pelea eliminatoria y contra todo escollo, fue, vio y venció. Ganó en casa del peligroso pegador Satoshi Hosono –Tokio–, demostró su mejor boxeo y se ganó el pasaje a su gran anhelo: una nueva chance mundialista contra el titular pluma de FIB, el galés Lee Selby.
Un viaje a Japón implica un desgaste extra, debido a los cambios de horario y a lo extenso del viaje. Otro inconveniente a superar –el principal– fue la inactividad y la calidad de los rivales circunstanciales, que no le permitieron llegar con ritmo de competencia al mendocino, quien finalmente se impuso claramente, pese a un impensado fallo mayoritario (un juez lo vio ganar a Hosono).
El fallo, momento sublime
“Supe que había hecho una gran pelea, porque el propio Rivero, que es un tipo ácido y que dice las cosas sin vueltas, vino al rincón y antes de que dieran el fallo, me miró muy serio. ‘Sonamos’, pensé yo, al verlo así. Y me dijo: ‘Pase lo que pase esta noche, Mendoza tiene que estar orgullosa del pedazo de boxeador que tienen’. Casi me caigo de espaldas al oír eso. Ahí supe que había hecho las cosas bien, aunque no me alcanzaba con eso, yo quería ganar”, recordó Barros sobre la previa de la lectura de las tarjetas en el Korakuen Hall.
“Cuando leyeron la primera tarjeta (Greg Ortega: 113-115), dije: ‘Aquí nos afanan la pelea’. Sebastián (Rivero) comenzó a putear y gritaba: ‘¡Nos van a chorear!’. Me puse a rezar y a pedirle a Dios que me ayudara, que no me robaran. Menos mal que después leyeron la segunda tarjeta, nos tranquilizamos un poco, pero cuando fueron a dar la última, el anunciador hizo una pausa muy larga y me volví a asustar. El Negro estaba con una cara de póquer que asustaba, pero apenas dijo que ganaba el blue corner (rincón azul), nosotros, se desató una fiesta. Nunca lo había visto a Chacón tan eufórico. Stahringer (preparador físico) besaba la remera del Braca (el recientemente fallecido maestro Ricardo Bracamonte) y todos saltábamos. Esa noche fue más feliz que cuando gané el título mundial”, confesó Yoni.
La presión al visitante
Sobre el “tratamiento” que usó el equipo de Hosono para amedrentar a los mendocinos en Japón, Barros recordó: “La situación fue más difícil y con todo en contra. Los japoneses nos presionaron todo el tiempo. Hasta cuando me vendaron, había un tipo del equipo de ellos que se la pasó hinchando y no me dejó vendarme como lo hago habitualmente, si no que trajeron las vendas ellos y una sola gasa, cuando habitualmente se usan cuatro vendas por mano. Hasta en eso jodieron. Yo traté de no meterme, para no desconcentrarme, y dejé que el equipo se encargara de eso, no pudieron sacarme”, explicó el ex campeón mundial pluma de la AMB.
“Cuando comenzamos a guantear en el gimnasio de Tokio. El primer día, con todo el cansancio del viaje, trabajé poco y mal, pero el segundo día, ya habiendo dormido bien y desayunado fuerte, cuando empecé a pegarles a las manoplas, se quedaron todos los japoneses mudos, se les cayó la mandíbula”, confesó Barros y agregó: “Nos habían estudiado mucho. ¡No pude meterle ni un gancho al hígado. Toda la pelea estuvo con el codo derecho soldado a la cadera!”, comentó exaltado Yoni.
Sobre la pelea en sí, el de Guaymallén recordó: “No sabés lo que era. Sólo el cuarto y octavo rounds pude trabajar en lo mío, y según Chacón, fue un picnic. Hice cosas de esas que sólo hacés en el gimnasio: entrar y salir, pegar y evitar la contra. Yo pensaba: ‘Así, en el próximo round lo saco’, pero al otro asalto, se me venía encima y tenía la cara de él pegada a la mía y a meterme cabezazos. No soy de quejarme, pero tuve que gritarle al árbitro que mirara cómo me metía la cabeza. El tipo, de la impotencia, faltando 30 segundos para el final, me pegó un frentazo y me hizo este corte (sobre la ceja derecha). Cuando sentí que me caía la sangre, me volví loco. Lo fui a buscar, nos prendimos en su juego de toma y daca. Le metí la derecha y le hice el corte que tuvo él. Lo dejé sentido, pero cuando lo quise rematar, tocó la campana”, explicó Yoni.
Lo que viene: Selby, el campeón
“La próxima pelea no creo que sea tan dura la situación. No hay tanta diferencia horaria y el viaje es más corto. A mí no me gusta subestimar nunca a nadie, no me gusta confiarme. Pero no veo en Selby a un rival que me asuste. Pablo me mandó ayer un mensaje, me dijo: ‘Ya tengo la clave para ganarle’ y me explicó la estrategia que tiene en mente”.
Muy serio el púgil descubierto por Ramón Balbino Soria habló de su rival: “Selby es un gran boxeador. Además de que es muy alto, mueve mucho las piernas. Es raro, enredado. Traba mucho y no te pelea francamente. Pero hay algo que me hace sentir muy seguro y es que acabo de hacer, después de mucho tiempo, 12 rounds, y de guerra”, expresó confiado el mendocino.
Un asunto de dinero
Luego de tanto tiempo sin pelear, se imponía hablar del tema económico y el mayor de los Barros, confesó: “El tema económico es todo, tenés que pensar que de vos depende tu familia, tus hijos. No sé que pasa con el boxeo acá en Argentina, pero está todo muy caído. He hecho muy pocas peleas últimamente y uno tiene que vivir todos los días. Cuesta mucha plata prepararse para una pelea, no podés comer cualquier cosa; tenés que comprar los complejos vitamínicos, los productos que son para quemar grasa y, por ejemplo, no podés usar cualquier zapatilla. Tu salud depende de la calidad del calzado que usás y no siempre tenés para comprarlas”, contó.
“Aproveché este viaje y que estuvimos solos bastante tiempo para agarrarlo al Negro (su manager, Osvaldo Rivero) y que me dijera qué pasaba, por qué no peleaba. Él me explicó que es un tema delicado y que el asunto no es fácil. Al haber elegido buscar el título en una entidad como la Federación (FIB), que se apega mucho a los reglamentos. Al tener una pelea pactada, por el título o eliminatoria no podés hacer otra pelea entremedio. El año pasado se postergó mil veces la eliminatoria con (Eric) Hunter y cuando hice la pelea con Barboza (diciembre del 2015), casi me sancionan. Son muy estrictos, tuve que hacer tres pesajes antes de la pelea: 24 horas antes, la mañana de la pelea y una hora antes”, cerró.
“Estoy dejando atrás una etapa muy oscura”
Luego de perder su corona pluma AMB, el 14 de octubre del 2011 en la revancha obligatoria contra Celestino Caballero, Jonathan Barros intentó conquistar la faja FIB superpluma –18 de agosto del 2012–, con derrota por puntos en México contra Juan Carlos Salgado e hizo una pelea en Las Vegas con Mickey García, con caída por KOT. De ahí en adelante, peleó esporádicamente y con rivales de nula peligrosidad.
Pensando en el futuro y de aquella etapa, Yoni rescató: “Gracias a Dios, antes he tenido peleas muy duras y difíciles. Muchas veces me mandaron de “carne de cañón”, a pelear afuera en desventaja. La primera chance mundialista fue con Yuriorkis Gamboa (marzo del 2010) en su mejor momento. Luego tuve la pelea con Salgado, en México (agosto del 2012) o con (Mikey) García en Las Vegas (noviembre de 2012), donde tuve que subir a pelear en los peores momentos de mi vida, con problemas personales graves”.
“También cuando gané el título y las defensas no fueron en mi mejor momento. Nadie sabe lo mal que estaba en la segunda pelea con Pelenchín (Caballero) –perdió el título–, pienso que fue el período más oscuro de mi vida. Karen (su esposa) me decía: ‘Yoni, no hiciste esto, o fallaste en esto otro’, y yo ni me acordaba, mi cabeza no estuvo en el Luna Park esa noche, me superaron los problemas. El error, al ser joven es pensar que no importan los problemas, que las cosas van a salir bien porque sí y eso te juega en contra. Tenés que estar cien por ciento concentrado en lo tuyo: la pelea y tu rival”, dijo.
“Estoy dejando atrás una etapa muy oscura y por eso ahora estoy con tanta motivación, porque sé que puedo, estoy maduro, tengo los reflejos intactos y puedo hacer cosas sobre el ring que están en mi mente. Tengo un equipo impresionante y que no deja nada liberado a la suerte. Quiero agradecerles a los entrenadores Pablo Chacón y Armando Andrada, al Profe Pablo Stahringer, a mi nutricionista Carlos Quevedo, al doctor Carlos Nigito y Gustavo Tuta López, al kinesiólogo Marcos Viñuela y al odontólogo Facundo Gulino“, expresó.
“Llegar al pesaje sin haber pasado hambre y con todo el potencial, es fabuloso, y no das ventajas. Perdés la oportunidad y se te cierran las puertas”, analizó el púgil.
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