BOXEO TOTAL: Un oportuno "breakpoint" para el boricua Félix Verdejo

miércoles, 21 de marzo de 2018

Un oportuno "breakpoint" para el boricua Félix Verdejo

El pasado 17 de marzo en el Madison Square Garden de Nueva York, el puertorriqueño Félix Verdejo fue noqueado en el último asalto por el mexicano Antonio Lozada Jr. y perdió su invicto. Con esa derrota, le bajó el telón a un largo viaje que lo llevó del cielo de las expectativas desbordadas al infierno de las críticas más despiadadas. Con el "Diamante" no hubo término medio, era todo o nada. Perdió y fue nada.
La derrota fue dolorosa por esa razón, porque detrás de cada comentario de los fanáticos hubo mucha decepción, demasiada expectativa insatisfecha ¿Da para tanto? ¿Se justifica la tortura mediática a un jovencito de 24 años que termina de sufrir su primer traspié en 24 salidas al ring? Quizás, la dura lectura al significado de esa derrota sea injusta e irreal. Por el contrario, tal vez, la misma haya sido lo mejor que pudo ocurrir con su carrera. El verdadero "breakpoint" que necesitaba una trayectoria sin rumbo y carente de una conducción adecuada a las condiciones boxísticas del que - hasta hace poco tiempo - fuera considerado como la mayor promesa de la actual generación boxística puertorriqueña.
"EL MAS DIFICIL RIVAL DE LOMACHENKO"
La relación de Félix Verdejo con el actual número uno entre los Mejores Libra por Libra del planeta, Vasyl Lomachenko, es una historia con un pasado cercano y un presente distante. No pocas veces Lomachenko ha dicho que Verdejo fue su rival más difícil durante los Juegos Olímpicos de Londres en 2012. En esos juegos, el ucraniano venció al boricua 14-9 en los cuartos de final. Esas actuaciones los llevaron a ambos a firmar con Top Rank en el profesionalismo.
Verdejo debutó con 19 años a finales del 2012 y Lomachenko a los 25 años en octubre de 2013. El ucraniano ya tiene 30 años y el puertorriqueño aún no ha cumplido 25 años. No obstante, el mejor Libra por Libra ya es doble campeón mundial con apenas once peleas, mientras que Verdejo en el mismo periodo sumo 25 peleas.
Los dos tienen una derrota, pero bajo una diferencia que rompe los ojos y seguramente "hace la diferencia": Lomachenko perdió el invicto profesional tan temprano como en su segunda pelea, mientras que Verdejo lo termina de perder, tan tarde como en su última pelea. Ese es un dato matemático útil para empezar a darle una lectura correcta a todos los males que han aquejado a una promesa incumplida, como lo ha sido el boxeo de calidad que mostró Verdejo como amateur y luego en su primer tramo como profesional.
Hay derrotas oportunas, que descomprimen, que permiten trabajar con otra calma, que evitan presiones absurdas y sostienen el equilibrio emocional bajo la premisa de que "ya no hay necesidad de proteger lo perdido". El invicto estadístico es y siempre será una bomba de tiempo. Lomachenko dejó de cargar temprano esa alforja y se pudo concentrar en su carrera.
No ha sido único, muchos han conseguido encarrilar sus carreras hacia las grandes metas al impulso de la recuperación que imponen los fracasos. En el pasado Alexis Argüello fue un gran ejemplo, sus hazañas llegaron después de su dolorosa cuarta derrota ante Ernesto "Ñato" Marcel en su primera pelea de título mundial en 1974. Jorge Linares, el próximo rival de Vasyl Lomachenko, se levantó de sus cenizas luego de su tercera dramática derrota por KO en dos asaltos ante Sergio Thompson. Las críticas, luego de esa pelea, para el Golden Boy venezolano fueran tan o más crueles de las que ha recibido Verdejo.
En todos esos casos, Argüello, Linares y Lomachenko, las peleas perdidas enseñaron, permitieron madurar las emociones y azuzaron la rebeldía interna que necesita toda estrella boxística para llegar a donde pocos llegan.
Por lo pronto, Verdejo, luego de caer por primera vez en su carrera, está en el mismo lugar que otros estuvieron antes y renacieron de sus dramas para luego ser campeones mundiales. Esa derrota debe ser bienvenida y aplaudida bajo esa percepción, pero evidentemente las grandes historias no se repiten por coincidencia, la realidad del pasado siempre le impone sus reglas al presente y eso ocurre hoy con Félix Verdejo, para que lo sucedido el sábado sea un verdadero "punto de quiebre". Hay que impulsar los cambios.
CAMBIOS RADICALES, CAMBIOS NECESARIOS
En 1974, la derrota de Alexis Argüello ante Ernesto Marcel por el cetro pluma de la AMB, hizo llorar a toda Nicaragua. Hasta la madre de Alexis le reclamó que abandonara el boxeo. En términos boxísticos, la desazón había llevado a un púgil de extraordinarias condiciones a un estado boxístico terminal en lo emocional. Se imponía un cambio radical o el abandono sería su única opción. Y ese cambio llegó. Su manager, Eduardo Román, contrató los servicios del entrenador panameño Ramón "El Curro" Dossman, que transformó a Alexis en el "Flaco Explosivo" que puso a Nicaragua en la mejor historia del boxeo mundial.
Historias como esa, se han repetido a lo largo de los años. Grandes boxeadores que las derrotas los sepultaron en pozos sin luz y solo las revoluciones personales los consiguieron rescatar. Como ocurrió con el propio Linares, que perdió la brújula bajo la tutela del entonces mejor entrenador del planeta, Freddie Roach, y fue rescatado por el entrenador cubano Ismael Salas. Un Salas que no solo lo rescató como boxeador, también consiguió recuperarle el espíritu del guerrero. No es un invento, así me lo relató el propio Linares en una entrevista que le realicé en el 2015, titulada "Renace Linares como el Ave Fénix".
Félix Verdejo a los dos años de su debut, había acumulado 16 victorias consecutivas, 13 de ellas por KO, las seis primeras peleando una vez por mes y luego una victoria cada dos meses en promedio. Entre esos primeros dieciséis rivales hubo de todo, invictos como Lauro Alcantar o con una sola derrota como Engelberto Valenzuela y Roonayut Boonraksa, pasando por veteranos como Oscar Bravo, Sergio Reyes o Karim El Ouazghari, todos con mucho pasado, mañas y herramientas adecuadas para probar una figura juvenil en ascenso como Verdejo.
"El Diamante" superó toda prueba que le pusieron por delante. ¿Qué falló entonces? No hay dudas que faltó una derrota que bajara a tierra el exceso de entusiasmos de quienes ya lo veían como la nueva maravilla del boxeo y bajaron la guardia. Carecieron de aquella derrota a tiempo, que le permitiera al propio Verdejo entender que el boxeo no es solo condición natural, es también disciplina, humildad, persistencia, concentración y por sobre todas las cosas, "es renuncia". Renuncias a las cosas normales de cualquier jovencito común. Verdejo no supo ni nadie tuvo la mano fuerte de hacerle ver que no era un jovencito común, él era un proyecto de campeón.
Faltó el trabajo serio encima de sus objetivos, faltó el incentivo a sus ambiciones. Mostrarle la lejanía de las grandes metas y el duro camino que se debe recorrer para alcanzarlas. El invicto impedía ver la posible realidad y los problemas se agudizaron. Llegó la indisciplina fuera del ring, - para colmo hubo un accidente como consecuencia - quedó la aburrida rutina boxística relegada a un segundo plano y el timón del barco - pese a todo - mantuvo el mismo rumbo.
"Mañana todo será diferente, el invicto no es por un acaso", seguramente se decían. Hasta que en esa última pelea ante el mexicano Antonio Lozada Jr., recibieron un duro baño de realidad en forma de KO a segundos del final. Un KO que impidió una verdadera injusticia. Increíblemente, dos jueces tenían adelante en las tarjetas al boricua. Si no hubiera sucedido ese final abrupto, hoy estaríamos criticando el resultado y no imaginando un nuevo comienzo.
Porque eso es lo que necesita Verdejo, un nuevo comienzo. Las condiciones que le elogió Vasyl Lomachenko están intactas. La memoria no pierde la información, solo pierde la costumbre de utilizarla si no la exigen. Verdejo necesita refrescar el disco duro, cambiar su estructura emocional y espiritual como lo hizo Salas con Linares. Necesita establecer un plan diferente para encauzar sus habilidades y pulir lo mejor de su boxeo para que sea boxeo de verdad, como lo hizo Dossman con Argüello.
Felix Verdejo no necesita el mejor entrenador, necesita el más adecuado, el que lo entienda y lo encarrile. Que llegue con ideas nuevas, que le imponga su autoridad y sepa inculcarle nuevas ilusiones. Algo tan sencillo como aceptar lo que estableció el propio Bob Arum al comentar esa misma necesidad para el diario Primera Hora de Puerto Rico.
"Félix necesita un nuevo entrenador, pero yo no soy un dictador, ellos tienen que tomar sus propias decisiones". Ojalá lo escuchen y despierten.

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