WINTER PARK, Florida -- En su habitación en la casa de su madre, Prichard Colón, de 24 años, está rodeado por imágenes del boxeador que solía ser.
Su cabeza, elevada por las almohadas en la inclinación de la cama de un hospital, se acerca a la mitad de su retrato en un tapiz de tamaño natural que cuelga en un muro de paneles de madera diagonal. Su foto lo muestra en la posición de peleador, y arriba, victorioso, con los brazos alzados.
Colón mostraba tener la destreza y la voluntad de hacer realidad los sueños que expresó primero como niño en su hogar del centro de la Florida, donde sus padres lo criaron. Ahora, yace aquí como testimonio de los peligros que conlleva la promesa de las peleas de campeonato.
"Siempre supo lo que quería ser en la vida. Diría 'Mamita, quiero ser boxeador profesional, quiero representar a Puerto Rico y quiero ser campeón mundial", dijo Nieves Colón, recordando cuando su hijo estaba en la escuela elemental.
ESPN visitó recientemente a la familia Colón para SC Reportajes de ESPN Deportes y Outside The Lines, reportajes que saldrán al aire durante la próxima semana.
"Imagínate que este es el ring, la bolsa pesada (y) por aquí, la bolsa de golpear", dijo el padre de Colón, en el garaje en el cual le enseñó.
"Uno nunca olvida tantos recuerdos, nunca se olvida", prosiguió Richard Colón, quien previo a incorporarse a las fuerzas militares, entrenó con el padre de Félix Trinidad, el tres veces campeón mundial oriundo de Puerto Rico.
Nieves y Richard están ahora divorciados y los aditamentos del "gimnasio" casero ya no están en sus viejos sitios del garaje. Sin embargo, llega a diario a esta casa a ayudar a cuidar a su hijo, cuyo futuro parecía ser tan brillante.
Un década atrás, confiado en su talento pugilístico, Colón decidio dejar su hogar e ir a un internado en Puerto Rico, donde nacieron sus padres.
"Tiene solo 14 años", recuerda haber dicho Nieves. "Dijo 'Mamá, tienes que dejarme ir'. "No iba a estar con mamá y papá, por lo cual me atemorizó cuando tomó la decisión. Sin embargo, me enorgulleció y demostró que lo podía hacer".
Colón, dice su madre, fue estudiante con honores en Florida y mantuvo su buen récord académico en Puerto Rico, a pesar que el español no es su idioma natal. Ganó cinco títulos de boxeo amateur antes de hacerse profesional a los 20 años.
En el peso medio junior, peleó con éxito y de forma frecuente como profesional, ganando sus primeras 16 peleas, 13 por nocaut, todo antes de cumplir 23 años en septiembre de 2015.
Más allá de los resultados, Colón cautivaba a las aficiones con su carisma y su forma de boxear. "Lo que realmente lo hacía sentirse vivo era el meterse dentro del cuadrilátero y dar un espectáculo para la gente", dice su amigo André Díaz, quien grabó videos promocionales con Colón.
"La forma en la cual se desenvovía en el ring", dice Díaz. "Era un verdadero showman". El 17 de octubre de 2015, Colón estaba en Fairfax, Virginia, para una pelea vespertina de sábado que sería televisada a nivel nacional contra el invicto Terrel Williams, de 31 años. Sería la quinta pelea de Coon ese año y la tercera en menos de tres meses.
"En el vestuario, estaba calentando y podías sentir la energía, la emoción", dijo Díaz.
"La forma en la cual golpeaba. Se sentía que estaba listo".
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"Me gusta este chico".
"¿Tiene poder? Sí".
"Lo que más me impresiona es su selección de golpes".
"Qué no les engañe su bien parecido. Tenía el mismo problema en mis tiempos".
Eso es lo que el legendario Sugar Ray Leonard (ex campeón en el peso de Colón y cuatro otros) comentó a la audiencia de la cadena NBC en el programa Premier Boxing Champions ese día, momentos antes que la pelea comenzara en el EagleBank Arena.
Durante los primeros rounds, Colón, el favorito, parecía estar ligeramente en ventaja. Sin embargo, en varias ocasiones apuntaba detrás de su cabeza y se quejaba con el réferi Joe Cooper que Williams, con marca 14-0, lo golpeaba con golpes de conejo.
En los episodios medios, Williams tomó ventaja. Golpeó a Colón con dos derechazos sólidos en el quinto round, y Colón lo golpeó de forma obvia en la parte baja, muy por debajo del cinturón. Williams se torció y luego provocó a Colón con un gesto de corte de garganta. Cooper dedujo dos puntos a Colón por lo que determinó era una violación intencional.
"Cuando ví a Prichard golpear bajo, dije que quizá lo hizo por lo frustrado que estaba", dijo Richard. "Estaba frustrado por recibir tantos golpes detrás de la cabeza, y el réferi no estaba haciendo su trabajo".
Williams no usó todos los cinco minutos de tiempo de recuperación a los cuales tenía derecho antes de reanudar la acción.
Un round después, con otro golpe bajo de Colón y otra queja por golpes de conejo de por medio, Cooper advirtió a ambos peleadores contra los golpes ilegales, amenazándolos con descalificarlos.
En el séptimo round, Williams tuvo impulso cuando golpeó a Colón con un derechazo a la parte trasera de la cabeza y el cuello, llevando a su oponente a la lona.
Luego del golpe de conejo, los micrófonos de televisión recogieron las palabras de Cooper dirigidas al caído Colón:
"Ven, levántate; te quedan unos minutos, ven acá".
Cooper le dedujo un punto a Williams, quien nuevamente provocó a Colón al señalar un corte de garganta.
El doctor Richard Ashby, quien estaba dispuesto en el cuadrilátero, examinó a Colón, de 1,82m y 70 kg.
El reportero Kenny Rice habló momentos después en NBC con respecto a su examen post-pelea con Ashby:
"Me dijo que Colón dijo se sentía mareado y le dolía la parte de atrás de su cabeza, pero sentía que podía seguir. El doctor está de acuerdo, dice que estaba esperando que se recuperara y reiniciara la acción".
Menos de cinco minutos después que Colón cayera a la lona, estaba de pie y peleando de nuevo.
Colón, de acuerdo al conteo extraoficial de la transmisión de televisión, ganó el octavo round y estaba por detrás de Williams por apenas un punto, que era la diferencia entre las penalidades que Cooper les dio por sus golpes ilegales.
En el noveno round, Williams logró algo que ningún peleador había podido hacer: tumbar a Colón con knock down. Y lo hizo después por segunda ocasión. En el final del noveno, en el cual Colón tuvo dificultades para completar, sus asistentes de esquina le quitaron los guantes, pensando que el round final había terminado.
Colón fue descalificado.
Luego del extraño final de una pelea muy reñida y llena de faltas, un Williams contento fue donde Colón y lo abrazó.
En la conmoción producida por la primera derrota de Colón, algunos aficionados lo criticaron por haberse "hecho el herido", pensando que no estaba realmente lesionado en los rounds finales.
"Me molestó porque decían que mi hijo estaba mintiendo", dijo Nieves, secándose las lágrimas. "Era un luchador. Desde que era bebé, nunca veías a Prichard quejarse por nada".
Cuando su hijo dejó el ring, dijo que la rodeó con su brazo para apoyarse.
"Le pregunté en español: 'Papi, ¿cómo estás?' Y me respondió en inglés: 'Mami, estoy mareado, no puedo ver.
Díaz notó: "Sus piernas están muy temblorosas, lo cual pensé era extraño. No lo podía entender".
"Se estaba poniendo más débil mientras se acercaba al vestidor. Ahora su madre no lo podía aguantar".
"Luego, en el vestuario", dice Richard, "Mamá trató de sentarlo en una silla que había ahí, y comenzó a caerse, empezó a vomitar".
"Recuerdo que colapsó cayendo en su propio vómito, y en ese punto trataba de mantener la conciencia", dijo Díaz.
"Papá decía, 'Prichard, vamos. No te vayas, no te vayas, no te vayas'", dijo Nieves.
Richard prosiguió: "Pensé que iba a morir. Pensé que iba a fallecer en ese momento".
Con su madre a su lado en la ambulancia, Colón fue llevado al hospital Inova Fairfax, en el cual se le practicó una tomografía que mostró un hematoma subdural.
Una neurocirugía de emergencia le quitó presión al cráneo, pero era demasiado tarde para restaurarle cualquier semblante del efervesciente atleta que ingresó al ring horas antes.
"Es una pesadilla", dijo Nieves. "Todo cambió ese día, esa noche. (Fue) horroroso".
***
Un informe investigativo publicado el año pasado por el estado de Virginia determinó que "Si bien la condición médica de Colón posterior al choque contra Williams es trágico, no hay ninguna acción que sea tan aparente o evidnete para justificar el responsabilizar a persona alguna".
La familia Colón no participó en la investigación y mantienen un abogado contratado. Williams, ahora con 33 años, estuvo entre los interrogados por el estado. No ha peleado en los casi 18 meses que han transcurrido desde su pelea contra Colón.
El informe del estado de Virginia no respondió ninguna interrogante con respecto a la forma en la cual el réferi Cooper manejó la pelea, aunque se cita a un oficial del estado, quien indicó que amonestó al árbitro por no hacer una mejor labor de controlar el choque en los primeros rounds. Y no se determinó que Ashby, el doctor que dio luz verde para que Colón siguiera peleando en el séptimo episodio cuando se quejó de tener dolor de cabeza y mareo, tuviese responsabilidad alguna.
Un vocero de la agencia que condujo la investigación reconoció que no tiene injerencia sobre el doctor de ring o el réferi. Las entrevistas no se hicieron públicas.
En un deporte que carece de regulación a nivel nacional en Estados Unidos para dichos asuntos, y con muchos médicos no dispuestos a criticar a sus colegas, se destaca una declaración de 2014 del veterano ex médico de ring en Nevada Margaret Goodman.
De acuerdo a una transcripción obtenida por Outside The Lines de la investigación de la pelea de 2013 que dejó al peso completo Magomed Abdusalamov con daño cerebral, Goodman dijo: "Obvianente, si un peleador te dice que le duele la cabeza, deben ir al hospital de inmediato. Esa es la primera indicación de una lesión cerebral, digo, hasta que se demuestre lo contrario, debemos tratarlo como una lesión cerebral seria", dijo Goodman. El despachar a un peleador que se queja de mareo o dolor de cabeza al hospital es imperativo, agregó, "porque uno no sabe, no leemos mentes".
Un mensaje que se dejó a Ashby en su consultorio de medicina familiar en Washington, D.C., no fue respondido.
***
Prichard Colón respira por si mismo, pero eso es todo lo que puede hacer de forma independiente.
Los médicos describen su condición como un estado vegetativo persistente. No está consciente, no puede responder por sí mismo y se encuentra bajo el cuidado de su madre las 24 horas del día.
Nieves dijo que no puede dejarlo solo, ya que no es capaz de tragar, por lo cual debe succionarlo cuando tose. Tiene un tubo para alimentarlo y una bolsa de colostomía para sus necesidades fisiológicas. Y se debe voltear cada dos o tres horas a fin de evitar dolores por la inacción.
Cuando llega Richard, levanta a su hijo de la cama, lo coloca en una silla de ruedas, y lo pasea por el vecinario, hablándole y leyéndole.
El otro hijo de los Colón se encuentra en Nueva Jersey y tienen una hija, Natalie, quien vive cerca.
"Siempre le hablo", dijo Nieves. "No quiero que sienta que ha sido un problema para nosotros".
Para la familia, la lucha contra el cansancio y el pesimismo es constante.
"No es sencillo, es algo emocional. Algunas veces nos dan ataques, saben, de llanto", dice Richard.
"Mucho de esto me ha hecho aislarme de un montón de gente", dijo Natalie. "Me da miedo si me acerco mucho a alguien y los pierda también".
Los padres de Colón dicen que no pierden la esperanza que su hijo recobrará algunas funciones cerebrales, a pesar que los doctores no les dan causa para sentirse optimistas.
"Creo en los milagros. Yo sí creo en los milagros", dijo Richard.
"Cada vez que entro en esa habitación", dice Nieves. "Espero que Prichard me diga, 'Mamá'. Espero esa palabra. 'Mamá'.
Fernando Calderon de ESPN colaboró con este informe.
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