El boxeo de altura de los años 30 subió quizá de espectacularidad con la llegada de un gigantesco boxeador italiano llamado Primo Carnera, quien venía de su tierra con un récord que muchos críticos estadounidenses creían que había sido sumado con procedimientos nada virtuales.
Carnera, para su infortunio, cayó en manos de individuos faltos de corrección y honestidad, que se dedicaban a la compra de adversarios para que él subiera su nivel de popularidad. De cualquier manera, seguro o falso, Carnera fue subiendo de peldaños en el ránking mundial y de pronto sus manejadores consiguieron un combate por el título mundial de peso completo, en poder de Jack Sharkey.
El combate fue ganado por Carnera con un nocaut que llamó mucho la atención y más que esto último, abrió sospechas en los medios boxísticos en el sentido que Sharkey se había vendido. Carnera no duró mucho con el disfrute de su título mundial, pues perdió en una primera defensa que hizo frente al temible Max Baer, quien lo noqueó en 1934.
La pérdida de su título como que espantó a su cuerpo de manejadores, que más que prontito lo abandonaron, llevándose todos sus haberes económicos. A partir de ese momento Carnera comenzó un calvario boxístico, ya que no ganaba un solo combate, perdiéndolos todos. Lo noqueó el novato Joe Louis, quien ya pintaba como todo un prospecto del boxeo profesional.
En Estados Unidos no se conocía un joven y prometedor peso completo, al que no se le consiguiera un combate contra Carnera a fin de mejorar su posición. Descendió paulatinamente, hasta convencerse que ya él no tenía futuro en el boxeo. Hasta enfermo se encontraba por los fuertes golpes recibidos con boxeadores jóvenes que subian en el escalafón de los pesos completos.
La vida de Carnera fue un ejemplo de abuso de poder de mánager y boxeadores y lo último que hizo este púgil italiano fue emprender un viaje hacia su tierra y en especial hacia la ciudad que lo vio nacer y donde falleció a los pocos meses de haber llegado.
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