BOXEO TOTAL: Horacio Accavallo, de botellero a campeón del mundo

martes, 31 de enero de 2017

Horacio Accavallo, de botellero a campeón del mundo

Por Carlos Irusta, ESPN Deportes
BUENOS AIRES — Horacio Accavallo fue el primer campeón mundial de la época de Juan Carlos Tito Lectoure, quien comenzó a ser el promotor del Luna Park alrededor de 1958. Accavallo nacido el 14 de octubre de 1934 en Villa Diamante, Lanús- volvió a la Argentina luego de una importante campaña en Italia y por su estilo, aguerrido y calculador a la vez -una combinación que no se da siempre en boxeo- comenzó a llenar el estadio pelea tras pelea. Un fenómeno importante de taquilla, especialmente por militar en la división de los moscas.
En el ring era tiempista, inteligente, frío y astuto, pero cuando tenía que exponerse lo hacía. AP Images
En el ring era tiempista, inteligente, frío y astuto, pero cuando tenía que exponerse lo hacía. AP Images
En 1966 se consagró campeón mundial al vencer por puntos en Tokio al japonés Katsuyoshi Takayama. El titulo estaba vacante y fue reconocido por la Asociación Mundial y el Consejo Mundial. Defendió esa corona exitosamente en tres oportunidades: ante Hiroyuki Ebihara (15 de julio de 1966 y 12 de agosto del año siguiente, cuando fue también su última defensa) y el mexicano Efrén “Alacrán” Torres (10 de diciembre de 1966). Ante el Alacrán anduvo por el suelo y terminó bañado en sangre. Fue su triunfo más dramático. Siempre defendió sus coronas en el Luna Park y siempre llenó el estadio.
A mi público lo inventé yo , nos confesó una vez. Cuando entraba a un restaurante, por ejemplo, saludaba a cada persona que podía, como si la conociera de antes y les decía quién era yo luego de darles la mano. Seguro que esa gente, el día que peleara, iba a ir a verme. Cuando tenía ratos libres, llamaba por teléfono a cualquier número y hacía algo parecido: con cada persona que hablara, era un espectador más .
Accavallo era así: ante todo, un gran comerciante, habilidoso y calculador. Para ganarse la vida hizo de todo: botellero, faquir, trapecista y también payaso. En mis épocas de circo, el Fin de fiesta lo hacía desafiando a pelear a cualquiera. Era zurdo, chiquito y veloz. El desafío era noquearme, y nadie pudo hacerlo nunca, por grandote que fuera , recordaba riendo. Es que pesaba 50 kilos y, según él, fue también un extraordinario jugador de fútbol.
Era zurdo, habilidoso, veloz y goleador, pero el fútbol es para once en una cancha y en cambio en el boxeo, el único protagonista iba a ser yo, y por supuesto, si había un peso era solamente para mí y por eso me hice boxeador .
Analizaba a fondo a cada rival, le pedía consejos a los managers y llegó a decirse que una vez, antes de pelear con un rival mexicano Jesús Chucho Castillo, postergó la pelea. Castillo hizo una presentación mientras Accavallo se reponía& y Horacio, a quien todos conocían por Roquiño , aprovechó para estudiarlo.
En el ring era tiempista, inteligente, frío y astuto, pero cuando tenía que exponerse lo hacía, levantando al público del Luna Park.
Antes de su primera defensa , recordó alguna vez Tito Lectoure, Tuvo una especie de pánico escénico. Y para ayudarlo, trajimos una cama del hotel Plaza Roma, que estaba en el Luna Park, y se la pusimos en el vestuario. Yo me senté a su lado y le tomé la mano, dándole ánimo. Y encima pedí que cuando él saliera rumbo al ring, pusiéramos en el estado la Marcha de San Lorenzo, para motivarlo. Por supuesto, cuando sonó la campana se olvidó de todo e hizo una gran pelea .
Accavallo sumó 75 combates ganados de los cuales definió 34 antes del límite, sufrió 2 derrotas una en Italia y otra en Japón- y 8 empates.
Fueron muy amigos con Lectoure. Cuando se retiró del boxeo en 1968, siguió asistiendo al Luna Park, todos los sábados. Jamás aceptó una invitación decía Tito-, porque él decía que si podía para comprar un ring side en la primera fila, debía hacerlo por respeto a los boxeadores, que cobraban su dinero gracias a la recaudación .
Y fueron tan amigos que, Tito murió también un primero de marzo. Fue en el 2002.
Aquel joven promotor que soñó con conducir a un boxeador hasta el campeonato mundial, lo logró a través de ese hombre simpático, con pasado de payaso de circo y de botellero, que derrochó coraje y sangre en el Luna Park. El mismo que, ya a punto de hacer una defensa, le dijo a Lectoure que dejaba el boxeo.
-Me cuesta horrores dar el peso, Tito, sufro demasiado, ya no quiero más.
-Pero falta poco para la defensa -dijo Lectoure-. ¿No te animas a un último esfuerzo?
-No, Tito, no. ¿Sabe qué pasa? Que si llego a perder, dejaré de ser campeón, pero si me retiro ahora seré campeón mundial para siempre.
El hombre acostumbrado a medir y sopesar negocios, supo también que el verdadero negocio es la gloria, más que el dinero.
Y sigue siendo campeón.


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