Carlos Monzón protagonizó 100 peleas como boxeador profesional y no menos de veinte en el primer nivel, entre las que destaca la que ganó hace hoy 43 años por nocaut técnico en el séptimo round al cubano-mexicano José Ángel “Mantequilla” NápoleS.
Con el auspicio del célebre actor Alain Delon y ante más 12 mil personas que colmaron una carpa de circo montada en Ville de Puteaux, Le Defense, en la mismísima Paris, el extraordinario peleador argentino conservó el campeonato mundial de peso mediano ante un oponente que reinaba entre los welters y osó desafiar la desventaja de talla, de vigor y de presente luminoso.
Varias habían sido las veces que Nápoles, cubano de Santiago y mexicano por adopción, un exquisito de brazos cortos y lengua larga, había dicho públicamente que Monzón rehuía enfrentarlo y que el día que tal cosa ocurriera demostraría que el argentino no era tan bueno como decían.
Y Nápoles fue, al cabo, uno de los pocos adversarios que Monzón eligió de forma expresa: “me cansó, hagan esa pelea cuanto antes”.
Y así fue: Delon, devenido amigo de Monzón, a quien apodaba “El Hombre de Hierro”, concertó el gran combate para el 9 de febrero de 1974 por el campeonato mundial mediano que ostentaba el santafesino.
Y Nápoles fue, al cabo, uno de los pocos adversarios que Monzón eligió de forma expresa: “me cansó, hagan esa pelea cuanto antes”.
Y así fue: Delon, devenido amigo de Monzón, a quien apodaba “El Hombre de Hierro”, concertó el gran combate para el 9 de febrero de 1974 por el campeonato mundial mediano que ostentaba el santafesino.
(Nápoles también reinaba, pero entre los welters).
Ya en el ring, los dos con las manos enguantadas, la pelea fue una mera formalidad, más hipotética que real: hábil para mantenerlo a raya con el jab de izquierda, implacable para conmoverlo con su tremebunda derecha, Monzón le propinó a Nápoles una soberana paliza y compuso una de las demostraciones más redondas de su brillante carrera.
Cuando debía iniciarse el séptimo asalto Angelo Dundee, entrenador del cubano, convocó al árbitro, el francés Raymond Baldeyrou, y le dijo “ya está, no salimos”.
Después, el acreditado Dundee, entrenador de Muhammad Ali y Sugar Ray Leonard, felicitó a Amílcar Brusa, hacedor y director técnico de Monzón, y le dijo: “tu muchacho es terrible, pega cuando viene, pega cuando va, una máquina de destruir”.
En los vestuarios, con el rostro tumefacto, Nápoles acusó a Monzón de haberle metido un pulgar en un ojo, una excusa que por pueril e incomprobable nadie tomó en serio.
Más allá de ese detalle, Nápoles representa uno de los nombres más ilustres que constan en la trayectoria de Monzón, puesto que es miembro del Salón de la Fama y la revista The Ring lo ha incluido en la lista de los 100 mejores boxeadores de todos los tiempos.
Monzón, que en esa misma nómina está ubicado en el puesto 11, había embolsado una bolsa por entonces multimillonaria (250 mil dólares), anunció su retiro del boxeo profesional, pero no sólo no se mantuvo tres años más en actividad sino que poco tiempo después afrontaría un acontecimiento que le cambiaría la vida: la filmación de la película “La Mary” con Susana Giménez.
Ya en el ring, los dos con las manos enguantadas, la pelea fue una mera formalidad, más hipotética que real: hábil para mantenerlo a raya con el jab de izquierda, implacable para conmoverlo con su tremebunda derecha, Monzón le propinó a Nápoles una soberana paliza y compuso una de las demostraciones más redondas de su brillante carrera.
Cuando debía iniciarse el séptimo asalto Angelo Dundee, entrenador del cubano, convocó al árbitro, el francés Raymond Baldeyrou, y le dijo “ya está, no salimos”.
Después, el acreditado Dundee, entrenador de Muhammad Ali y Sugar Ray Leonard, felicitó a Amílcar Brusa, hacedor y director técnico de Monzón, y le dijo: “tu muchacho es terrible, pega cuando viene, pega cuando va, una máquina de destruir”.
En los vestuarios, con el rostro tumefacto, Nápoles acusó a Monzón de haberle metido un pulgar en un ojo, una excusa que por pueril e incomprobable nadie tomó en serio.
Más allá de ese detalle, Nápoles representa uno de los nombres más ilustres que constan en la trayectoria de Monzón, puesto que es miembro del Salón de la Fama y la revista The Ring lo ha incluido en la lista de los 100 mejores boxeadores de todos los tiempos.
Monzón, que en esa misma nómina está ubicado en el puesto 11, había embolsado una bolsa por entonces multimillonaria (250 mil dólares), anunció su retiro del boxeo profesional, pero no sólo no se mantuvo tres años más en actividad sino que poco tiempo después afrontaría un acontecimiento que le cambiaría la vida: la filmación de la película “La Mary” con Susana Giménez.
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