BOXEO TOTAL: Marcel Cerdán y Edith Piaf, una historia de amor, gloria y muerte

viernes, 14 de agosto de 2020

Marcel Cerdán y Edith Piaf, una historia de amor, gloria y muerte

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CARLOS IRUSTA /  ESPN
Los vecinos de Montmartre seguramente los conocían y mucho. Y aunque sus encuentros trataban de pasar inadvertidos, era muy difícil no reparar en ellos. Se encontraban en Chez Ammad, un pequeño café, y es fácil imaginar las miradas, las manos temblorosas, las frases de amor.
¿Cómo no reconocerlos, a pesar de sus precauciones de discreción?
Él era un hombretón que parecía todavía más grande junto a ella, frágil y pequeña.
Ella era Edith Piaf, El Gorrión de París; y él, Marcel Cerdán, El Bombardero Marroquí. Ella era la voz de París, y él los puños de Francia, campeón mundial de los medianos.
Transcurría el año 1945 cuando se encontraron, fugazmente, por primera vez. La Segunda Guerra Mundial estaba como un fantasma, a punto de finalizar totalmente. La pesadilla persistía, el dolor seguía expuesto en carne viva: no es sencillo regresar del Infierno.
Marcel Cerdán, nació el 22 de julio de 1916, en Sidi-Bel-Abbés, Argelia, y se había criado en Marruecos, en Casablanca. Era un “Pied noir” por su condición de africano nacido en una colonia francesa: así los llamaban, despectivamente. Sus raíces eran españolas. Sus abuelos paternos eran oriundos de Aspe, Alicante, y los maternos de Abanilla, Murcia y él siempre se sintió muy identificado con sus orígenes.
Debutó como boxeador profesional en 1934, cuando tenía 18 años. Tal vez volcó años de desolación y marginalidad a través de sus puños. Peleando era una especie de león arrinconado, lleno de fuerza y coraje.
Ganó 46 peleas consecutivas hasta perder su invicto, por descalificación, en Londres ante Harry Craster. Se consagró campeón europeo de los welters frente a Saverio Turiello en 1939. Su carrera, como la de muchos sufrió un parate a propósito de la Segunda Guerra Mundial y regresó en 1941. Hizo su debut en el Madison de Nueva York en 1946, venciendo a Georgie Abrams y un año después –el 2 de febrero de 1947- se consagró campeón europeo de los medianos ante Leon Fouquet, un belga radicado en Inglaterra, por nocaut en el primer round.
El 28 de marzo de 1947 combatió en el Madison de Nueva York y le ganó a Harold Green por nocaut técnico en 2 rounds. Fue por esa fecha que se reencontró con Edith Piaf, en un restaurante francés ubicado en la Ciudad que Nunca duerme. Se habían conocido fugazmente en 1945, pero fue a raíz de esa noche en que comenzó un romance que solamente pudo interrumpir el Destino.
Pero Marcel estaba casado con Marie López, con quien tuvo tres hijos: Marcel (el mismo que, entre 1964 y 1975 iba a boxear profesionalmente), René y Paul.
Comenzaron los encuentros, primero a escondidas fugaces y luego, cuando fue ya imposible mantener el secreto, en público. Edith se convirtió en una especie de Angel protector, que lo cuidaba y alentaba en cada una de sus peleas.
Tanto es así, que en 1948 ella llegó a comprarle un palacete en el Bois de Boulogne de 335 metros cuadrados, en donde hasta montó un gimnasio para que el pudiera entrenar cuando estaba en París, ya que su residencia habitual era en Casablanca. Según se dijo, ella pagó 19 millones de francos. Lo único que querìa era tenerlo a su lado lo más posible.
Fue justamente en 1948, cuando Marcel Cerdán tuvo la gran oportunidad de su vida, la de pelear por el campeonato mundial de los medianos con Tony Zale. Fue el 21 de septiembre, en el Roosevelt Stadium de Jersey City, ante casi 20.000 espectadores.
El campeón, a quien llamaban “El Hombre de Acero”, subió como favorito. Y en una tremenda batalla –considerada por la revista “The Ring” como la mejor del año- anduvo por el suelo en el final del 11er asalto. Finalmente, el referí Paul Cavalier, viendo que el campeón no reaccionaba, decidió detener el combate antes de que sonara la campana llamando al round número 12. Marcel Cerdán se consagró el primer campeón mundial mediano no nacido en los Estados Unidos. Aquella fantástica victoria lo convirtió en un héroe para los franceses y con Edith en el ring side, esa noche fue de locura, festejo, alegría y emociones demasiado fuertes…
Mientras el romance de ambos se tornaba cada vez más público y apasionado, vino la pelea por el campeonato mundial frente a Jake LaMotta un año más tarde, el 16 de junio de 1949.
El combate fue en el Briggs Stadium de Detroit, frente a 22.138 espectadores. La pelea sufrió un dramático vuelco apenas empezó, porque en el primer round tras una acción confusa, y un empellón de LaMotta, Cerdán fue al suelo. En la caída se lesionó el hombro izquierdo y debió pelear asì, en inferioridad de condiciones, ante un rival que atacaba todo el tiempo, ciegamente. Según Jake, el también sufrió una lesión en la mano izquierda. Cerdán debió abandonar cuando había pasado el noveno asalto del combate, pactado a 15 y perdió su corona.
“Con un Cerdán con los brazos buenos, LaMotta no hubiera ganado”, aseguró Red Smith, periodista icono de aquellos tiempos.
Se imponía una revancha, por supuesto. Cerdán debía viajar el 27 de octubre a Nueva York para firmar los contratos y entrenar. El 14 de septiembre, Edith Piaf cantó en Nueva York el “Himno al Amor”, que ella había compuesto con letra de Margueritte Monnot.
La noche del 27 de octubre de 1949, Marcel Cerdán emprendió viaje. El avión tenía 48 plazas (37 pasajeros y 11 tripulantes) y estaba totalmente vendido. El Lockheed L-749 Constellation de Air France, jamás llegó a destino. Salieron de Orly a las ocho de la noche rumbo a Nueva York, previa escala en las Islas Azores para cargar combustible.
Se estrelló en la isla San Miguel a unos cien kilómetros del objetivo inicial. Además viajaban otras personalidades, como la violinista Ginette Neveu y su hermano Jean-Paul. De hecho quedó una foto de Marcel Cerdán junto a ambos, sosteniendo el Stradivarius de Ginette…
El corazón de Edith quedó totalmente destrozado. Tuvo otros amores, pero se fue hundiendo en la droga, la depresión y el alcohol. Jamás olvidó a ese hombre que se consideraba a sí mismo “Un boxeador bruto y afortunado de tener el amor de semejante mujer”.
Desde entonces, aquel “Himno al Amor” quedó como símbolo de una pasión desesperada y única, un canto al dolor de lo perdido y de la extraordinaria sensación de lo vivido. La Piaf murió en 1963, a los 47 años.
Cerdán murió a los 33, con un record de 113 peleas ganadas, 66 por nocaut y 4 derrotas. Sus restos fueron despedidos por cuarenta mil personas y está considerado uno de los más grandes deportistas de toda la historia de Francia.
Pero para Edith fue algo más que un deportista: fue el hombre de su vida, al que amó hasta su último día.
Cuando ella murió, en su lápida quedo una frase de aquel “Himno al Amor” que sigue emocionando cada vez que se escucha.
“DIOS UNE A LOS QUE SE AMAN”.

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