*25 combates ganó en amateur al hilo y dejó Record profesional de: 44 Victorias, 28 knock-outs. 11 Derrotas y 5 Tablas.
*A Davey Moore, le fracturó la mandíbula porque a pesar de ser un ligero natural, poseía pegada de peso completo
*Venció al inmortal Eddie Perkins y logró el campeonato en el 65, para convertirse en nuestro primer campeón.
*Se lució ante Paolo Rossi, Ismael Laguna, Kenny Lane (3 combates), Nicolino Locche, Angel “Mantequilla” Nápoles, Joe Brown y Ken Buchanans.
*Catalogado, como el terror del ring no había sparrings, ni peleador que lo quisiera enfrentar por su famosa “patada de burro”, pero el alcohol, la parranda y mujeres zanjaron su carrera.
Por Aristóteles Soto Ortega
Maracaibo, 09-10-2014.- Se encontraba el país en momentos políticamente críticos en los años 60 con la angustia de las guerrillas, cuando la prensa deportiva cautivaba la mentalidad del venezolano con la aparición de quien fuera nuestro primer campeón mundial de boxeo en la categoría welter junior con su patada de burro que ocasionaba furor en los ensogados y que a la larga era la compensación del campeón mundial que no pudieron ver en Ramón Arias unos 8 años atrás.
Dio el salto al boxeo profesional bajo la tutela de Juancito Medina. Su debut se produjo el 25 de enero de 1959, en el Nuevo Circo de Caracas, frente a Félix Gil, en el peso pluma.
El 18 de enero de 1965, luego de hilvanar una impresionante cadena de victorias y de no recibir la oportunidad por parte de un temeroso campeón de la AMB, el puertorriqueño Carlos Ortiz, el “Morocho” Hernández, gana su primer cetro, frente al norteamericano Eddie Perkins tras derrotarlo por decisión unánime luego de 15 asaltos en encuentro que tuvo lugar en el Nuevo Circo de Caracas.
El muchachón nació el 21 de abril de 1940, en la populosa parroquia La Pastora, Caracas muy cerca del centro. Por la peculiaridad de ser morocho, fue identificado durante la mayor parte de su carrera con ese apodo, pero también se le conoció como Kid Helicoide. Tenía una altura que rondaba los 1,80 y de largo alcance de brazos. “Un peso ligero y welter jr. que pegaba como peso completo”, se lee en las viejas crónicas.
Sin embargo, quienes vimos sus peleas no entendíamos que aquel flaco desgarbado, porque dejaba caer sus hombros hacia adelante y el color de su piel amarillosa, lo hacían ver como un indefenso, pero al pegar ¡Ay mi madr¡ decían sus contrarios.
Sus primeros golpes en el boxeo los dio a la edad de 15 años, obteniendo los títulos de Campeón del Distrito Federal y de Monarca Nacional de Peso Pluma. En su primera inclusión internacional, en el II Campeonato Mundial de Boxeo Aficionado realizado en México, consiguió el “Cinturón de Diamante”.
También fue monarca Centroamericano y del Caribe y a lo largo de 25 combates no conoció derrota alguna. Al concluir su destacada actuación en el boxeo amateur, se aventura a probar suerte en el boxeo profesional, un campo más lucrativo y de gran proyección para este novel boxeador.
En memorable combate con el Campeón Mundial Davey Moore en el Nuevo Circo de Caracas vence por Knock out (KO) fracturándole la mandíbula volteando los ojos del mundo con su potente pegada.
Luego de su consagración defendió el título en tres ocasiones y lo perdió contra el mediocre Sandro Lopopolo, en la ciudad de Roma como escenario, al parecer sin preparase para el mismo y desmotivado en sus entrenamientos por cuanto se sentía sobrado y hasta se trasnochaba antes de los combates en parrandas.
Después la naturaleza pasó factura y cuando se midió en Londres, el 11 de mayo de 1971 al escocés Ken Buchanan, quien cayó por KO técnico en el 8º round. Ese día terminó su carrera.
Fuertes combates sangrientos dejaron huella a sus adversarios frente a sus guantes pasaron boxeadores de la talla de Douglas Vaillant, Vicente Rivas, Len Mathews, Paolo Rossi, Ismael Laguna, Kenny Lane (3 pugilatos), Nicolino Locche, Angel “Mantequilla” Nápoles, Joe Brown y Bunny Grant.
De las víctimas más promocionadas del criollo: Kenny Lane, un estadounidense de Michigan y por supuesto su paisano Moore a quien mandó al hospital. La prensa de entonces mostraba el golpe que le volteó el rostro al negrito campeón.
Con José “Mantequilla” Nápoles, célebre fajador cubano nacionalizado mexicano, le conectó un potente gancho al hígado que lo dejó sin aire por un buen rato y que jamás pudo sacarse de la memoria a pesar de las ventajas que dio por el peso. Y quien lo noquea en 7 rounds.
Con el argentino Nicolino Locche, apodado el “Intocable” y ganador de 117 combates, “tocó” tan duro que lo derribó en el segundo round ante miles de incrédulos aficionados en el mítico Luna Park de Buenos Aires, donde minó el complejo y orgullo de los vecinos del piso de la América.
Con Douglas Vaillant (un empate y un triunfo), combates feroces, dos combates con nocaut, con Vicente Rivas coronándose campeón nacional del peso pluma.
PATADA DE BURRO…
En Internet se consigue una anécdota reveladora del respeto que generaba. “Pegaba tan fuerte que no conseguía sparrings en su peso ligero. Por ello sus sparrings eran de pesos muy superiores, welters, semi pesados, etc. Una vez uno de ellos, de apellido Amarista, logró conectar al Morocho en la boca en el primer round de guanteo, provocando un hilillo de sangre… Amarista en el descanso se acercó a su second y le dijo presuroso: ‘quítame los guantes, rápido, porque ese carajo me puede matar'”.
En Venezuela el “Morocho” fue galardonado en 2011 como el Mejor Boxeador venezolano de todos los tiempos, distinción otorgada por la Fundación “Ídolos del Boxeo” y cuya decisión se tomó con el voto favorable de 145 cronistas deportivos del país.
A partir de este año 2012 se celebra el Día Nacional del Boxeo cada 18 de enero, en homenaje a la épica pelea en la que el “Morocho” se convirtió en el primer venezolano en ganar una corona como Campeón Mundial de Boxeo.
El Morocho hoy día se encuentra estable económicamente producto de sus pensiones de la administración pública, seguro social y la fundación Glorias Deportivas de Venezuela. Lamentablemente los golpes dejaron su huella y se encuentra minado en su salud, medio ciego y lento al hablar, pero indudablemente recordando los gritos del público cada vez que tocaba a su rival y el fuerte ¡Pácata! que mandaba al retador a la lona.