Le tomó más tiempo de lo que esperaba, superar más obstáculos de los previstos, pero Yordenis Ugás ya es campeón del mundo. La frase le debe sonar a gloria a quien lo dejó todo atrás por una ilusión que en su Cuba natal era imposible y que, sin embargo, la llena de gloria.
Ugás no solo derrotó por decisión dividida -¿increíble que un juez viera ganar al otro?- a Abel Ramos para reclamar el cetro welter de la Asociación Mundial del Boxeo, sino que se convirtió en el primer rey profesional de las 147 libras para su tierra, desde que el gran José “Mantequilla’’ Náploes lo lograra en 1975.
Desde el primer asalto, Ugás controló el ritmo de la acción con un jab educado -y e muchas ocasiones repetido - que penetró fácilmente en el rostro de Ramos, quien se veía obligado a retroceder y no podía encontrar grietas en la estrategia del antillano.
Para el final del tercero Ramos colocaba un buen golpe, pero nada que pudiera cambiar la marea del combate, a pesar de ambos se animaban a intercambiar más en los siguientes asaltos sin que el mexicano lograra resolver el enigma del doble jab del eventual campeón.
Ugás bajó la intensidad en el onceno round y fue entonces que Ramos tuvo sus mejores momentos buscando repetir su triunfo ante Brian Perrella, cuando se impuso en el último instante, pero esta vez el tiempo no le alcanzaría y Ugás no lo dejó presionar.
No se puede pasar por alto, sin embargo, la criminal tarjeta de 117-111 a favor de Ramos, mientras que los otros dos jueces se decantaban por el cubano con boletas idénticas de 115-113..
La historia de Ugás es la de un renacimiento en todo el sentido de la palabra. Estamos hablando de un hombre que ha vencido dificultades y circunstancias -y más de una injusticia como la del robo ante Shawn Porter- para insertarse en la élite de la división más competitiva y profunda del boxeo actual.
Quizá lo importante de esta victoria no sea esa faja alrededor de la cintura, sino las probabilidades que abre para Ugás, porque hasta este momento su historia no había levantado el vuelo que merece. Un hombre que se levantó de la nada luego de dos costosas derrotas en el 2014, cuando su estrella parecía eclipsarse por completo. ¿Cuántos cubanos no perdieron la fe luego de un par de fracasos, de uno solo?
Gracias a la ayuda de su hermano de vida Aroldis Chapman, Ugás se mantuvo dos temporadas restañando sus heridas físicas y mentales, hasta reencontrarse con el guerrero que alguna vez había sido. La segunda parte de su éxito se debe al profesor Ismael Salas, quien lo recibió en su gimnasio y le ayudó a sacar lo mejor de sí.
That's how you end a fight,@YordenisUgas and Abel Ramos! 👏👏👏 pic.twitter.com/fKJuiAeTzp
— FOX Sports: PBC (@PBConFOX) September 7, 2020